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Aves migratorias le “madrugan” a sitios de menos variación climática
21 enero, 2015

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 Investigadores de la U.N. le hicieron seguimiento a una especie migratoria neotropical y determinaron que el lugar a donde llega responde a condiciones macroclimáticas de ocupación.

 

La información, producto del estudio de sitios invernales ecológicamente óptimos, puede ayudar a determinar áreas invernales para la conservación de especies migratorias.

 

Dentro del comportamiento de muchas especies de aves figuran las largas migraciones que realizan durante el verano y el invierno. Aunque el fenómeno ha sido estudiado, aún no se conoce a profundidad el patrón de distribución en invierno.

 

Se sabe que, además de los alimentos, el clima también es un factor que puede afectar la distribución y selección de territorios en zonas de invierno.

 

Heidi Pérez, bióloga del Grupo en Conservación y Manejo Silvestre del Instituto de Ciencias Naturales (ICN) de la U.N., afirma que los individuos que hacen presencia en invierno en sitios climáticamente óptimos, tienen una probabilidad mayor de supervivencia.

 

Por medio del estudio de un ave migratoria neotropical denominada Setophaga magnolia, de la familia Parulidae, que anida en Canadá y Estados Unidos y migra hacia Centroamérica en invierno, este grupo se dio a la tarea de evaluar si tales individuos realizan una ocupación diferencial de los sitios disponibles.

 

Analizando la variación climática (temperatura, humedad, vientos, precipitaciones y otros) de los sitios ocupados durante cada mes, entre septiembre y abril (temporada invernal), el equipo investigativo planteó la hipótesis de que las primeras aves en llegar tienen la ventaja de acceder a los mejores lugares, con poca variación climática. Caso contrario ocurre con las que llegan tarde, pues se ven obligadas a establecerse en espacios no tan favorables.

 

La investigación se realizó con un modelo de nicho ecológico, mediante bases de datos de la GBIF (Global Biodiversity Information Facility) y del Atlas de las Aves de México.

 

También se utilizó la información mensual de precipitaciones y variables climáticas de temperaturas máximas y mínimas. Por último, se calculó el coeficiente de variación mensual de los sitios, con base en las variaciones climáticas de cada modelo de nicho.

 

Según la bióloga Heidi Pérez, quien publicó este estudio en la obra El ABC de la Biodiversidad, de la Facultad de Ciencias de la U.N. y el Jardín Botánico José Celestino Mutis, los resultados demostraron que la especie responde a condiciones macroclimáticas (temperaturas máximas y mínimas, grados de humedad, radiación solar, dirección y velocidad del viento) y que la hipótesis de ocupación de áreas durante la época de invierno es selectiva a ciertos ambientes.

 

“Por lo tanto, la información que se puede generar ayudaría a determinar áreas invernales de importancia para la conservación de especies migratorias y permitiría evaluar si las áreas protegidas contienen los sitios óptimos de invierno”, concluye la experta.

 

Fuente: Agencia de noticias Universidad Nacional

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