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Calidad del agua de embalses, en riesgo por exceso de cianobacterias
9 diciembre, 2014

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 Las cianobacterias, organismos unicelulares que crecen dispersos en el agua, producen el oxígeno que es fundamental para los animales de estos hábitats, pero cuando proliferan, las toxinas que liberan puede ser consumidas por el hombre.

Celia Leite, investigadora brasileña del Instituto Botánico de Sao Paulo, explica que es similar a lo que sucede cuando aparece la fiebre en un humano, la cual es indicio de que hay infección, asimismo, el exceso de cianobacterias en un lago o en un embalse es sinónimo de que existe un problema por resolver.

Por lo tanto, esa agua debe ser tratada para que no sea bebida por seres humanos, pero los costos del tratamiento son muy altos para retirar estas toxinas.

Leite, quien  trabaja en los embalses de abastecimiento público de Brasil donde se presentan problemas con estas cianobacterias, señala que “para una ciudad como Sao Paulo donde habitan 22 millones de personas habitantes es muy costoso dejar esta agua en condiciones de potabilidad”.

Las cianobacterias son organismos antiguos que se caracterizan por conjugar el proceso de la fotosíntesis oxigénica con una estructura celular típicamente bacteriana. Su amplia distribución ecológica hace que estén presentes tanto en ambientes terrestres como acuáticos. Si bien las células únicas son muy pequeñas, muchas especies forman filamentos o colonias, a veces hasta de 1 o 2 milímetros de diámetro.

Existen varios estudios de casos de daños a la salud humana a través de cianotoxinas que están bien documentados. Aunque la mayoría involucró la exposición a través del agua potable, demuestran que los seres humanos se enferman -en algunas ocasiones gravemente- a través de la ingestión o aspiración de sustancias cianobacterinas tóxicas.

La evidencia muestra que la ingestión de cianobacterias tóxicas puede causar síntomas tales como dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea, mareo o fatiga, y representar peligros más graves para la salud en las aguas recreacionales con natas de cianobacterias.

El peligro del daño hepático puede calcularse a partir de concentraciones de toxinas; los riesgos de la ingestión son mayores para niños que juegan en agua de poca profundidad cerca de la orilla, donde las concentraciones tienden a ser las más altas.

Durante su visita a la Facultad de Ciencias de la U.N., la experta brasileña aseguró que los seres humanos utilizan mal los recursos hídricos, “los contaminamos, por lo tanto se produce mucha cantidad de nitrógeno y fósforo en el agua y en esas condiciones las cianobacterias dominan y proliferan”.

La situación no es muy distinta en los litorales marítimos donde llegan las aguas negras, y las cianobacterias en exceso producen desequilibrios ecológicos.

La científica brasileña estuvo el año pasado junto con el profesor Gabriel Antonio Pinilla, de la Universidad Nacional de Colombia, en Ciénaga, Magdalena, capacitando a investigadores de la región sobre estos microorganismos, ante la mortandad de peces en el complejo lagunar más grande que tiene el departamento.

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