Una cálida brisa de verano, una fresca ráfaga otoñal: ambas pueden ser agradables. Pero, ¿cuándo pasa el viento a ser algo peligroso y cómo se transforma en una de las más destructivas fuerzas de la naturaleza?
El viento se crea gracias a las diferencias en la presión atmosférica en la superficie de la Tierra.
El aire cálido es liviano y se eleva; el frío es más pesado y tiende a hundirse.
A medida que el Sol calienta la superficie del planeta, el aire que está en contacto con ella también se calienta, se vuelve menos denso y se eleva, creando un área de presión baja. El aire que le rodea se apresura a reemplazar al que se elevó, y así nace el viento.
El subir y bajar del aire en la atmósfera tiene lugar tanto a escala grande como pequeña: desde brisas marinas locales hasta patrones de circulación globales causados por la diferencia en la temperatura entre el Ecuador y los polos, todo lo que contribuye a crear el clima.
Fuente: BBC Mundo