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La sequía da paso a un paisaje lunar en pleno estado brasileño de Sao Paulo
15 enero, 2015

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Un paisaje lunar desde hace casi un año en lo que fue el lecho de un río y el lamento creciente de la población forman parte del nuevo capítulo de la crisis hídrica en el estado brasileño de Sao Paulo, cuyas autoridades admiten que lo peor todavía puede estar por llegar.

 

El día después de que el gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, reconociera por primera vez que existe racionamiento en el suministro de agua en el estado más rico y poblado de Brasil, la capacidad de las presas Cantareira, que abastece a 6,5 millones de personas, continúa hoy cotizando a la baja.

 

La compañía estatal de saneamiento básico de Sao Paulo, Sabesp, informó hoy de que el nivel de la segunda cota del llamado «volumen muerto», una reserva técnica que comenzó a usarse en noviembre, opera al 6,2 % de su capacidad.

 

A 90 kilómetros de Sao Paulo, en la ciudad de Nazaré Paulista, los habitantes lamentan la situación, ya que la represa Atibainha, que abastece al sistema hídrico del conjunto de embalses Cantareira, forma parte de su vida.

 

Con la bajada del nivel de agua, el lecho de la represa saca a la luz animales muertos, mucha basura y hasta un Ford Escort oxidado donde hace pocos días alguien hizo un grafiti con la inscripción «Bienvenidos al desierto de la Cantareira».

 

El embalse está varios metros por debajo de su capacidad normal y el nuevo presidente de la empresa estatal paulista de aguas Sabesp, Jerson Kelman, alerta de que el pantano puede secarse a partir de marzo.

 

Algunos pronósticos más optimistas del Ministerio de Ciencia y Tecnología dan vida al sistema hasta junio.

 

«Lo que está ocurriendo es culpa de la sequía y de las autoridades, los gobernadores, que no guardaron agua cuando había», comenta a Efe el comerciante Manoel Lisboa, quien desde la sureña Porto Alegre se mudó hace 24 años a Nazaré Paulista para vivir con vistas al lago.

 

Un lago, el de la represa Atibainha, que perdió su glamur desde que hace poco menos de un año la crisis hídrica provocó que se utilizara al máximo la capacidad para la generación de agua potable en Sao Paulo.

 

«El turismo está viéndose afectado», afirma Elisabeth de Souza, quien trabaja en un bar frente a la presa, ahora con vistas a poca agua y mucha tierra seca, resquebrajada, lo que llevó a que las embarcaciones de paseo abandonaran el lugar.

 

«Es una situación triste, cada día que pasa vemos la represa cada vez más vacía», declara esta mujer de 39 años que junto a sus vecinos está comprando agua porque, asegura, los pozos se secaron.

 

En Nazaré Paulista y en el resto de la región, incluida la ciudad de Braganca Paulista, la sequía se nota incluso sin necesidad de abrir un grifo porque en la carretera y las avenidas proliferan los avisos para comprar agua potable distribuida por camiones cisterna.

 

Cantareira es un sistema de seis embalses que abastece un tercio de los 19 millones de habitantes de la región metropolitana de Sao Paulo y opera desde 2014 límite de su capacidad.

 

La situación no ha mejorado con las lluvias de verano, que han castigado a la ciudad capital de Sao Paulo, pero no han llegado con fuerza a la región que más lo necesita, la del sistema de represas Cantareira.

 

Uno de esos embalses, la represa de Jaguarí, está ubicado en la ciudad de Braganca Paulista.

 

Allí algunos pescadores intentan, sin suerte, capturar algo dentro de la hoya que se formó por la bajada de las aguas.

 

Alguien ha dibujado un pescado en una piedra, junto a la frase «Fuera Alckmin», para que lo vea apenas el que se anima a caminar por donde alguna vez hubo agua.

 

Lo que fue el lecho del río ahora son montículos de tierra seca por los que se debe caminar, como si fuera suelo lunar, pero bajo el sol, a 35 grados y sin lluvia a la vista que cuando aparece, a pesar de su fuerza, no consigue elevar los niveles de uno de los mayores sistemas de abastecimiento de agua del mundo.

 

Fuente: Agencia EFE

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