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De la corriente de agua, a la eléctrica
22 abril, 2015

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El paisaje que hoy observa Miguel Borbón en el Chocó es diferente al que se acostumbró a ver de niño cuando vivía en Cumaral (Meta). Al llegar con su familia desde Bogotá hasta este municipio, se sorprendía por el verde de las montañas o el color de los atardeceres del Llano. Aunque no sabía con certeza qué profesión escogería para su vida, estar rodeado de esa naturaleza lo inspiraba. Solo fue cuando terminó su bachillerato e ingresó a estudiar Ingeniería Electrónica en la Universidad de los Llanos, en Villavicencio, que empezó a descubrir las energías renovables.

 

Al graduarse en 2005 fundó su empresa, que luego fue apalancada en una más grande llamada Aprotec, especializada en suministrar servicios de energías alternativas. Con este proyecto se marchó para Cali. “Crear o transformar lo ya creado es algo que me llama la atención, porque con los conocimientos que uno logra se puede innovar y eso te lleva a otros niveles”, dice Borbón.

 

Ya instalado en el Valle del Cauca viajó al Chocó, donde el paisaje cambió totalmente. Las casas de madera, la deforestación, la pobreza y la violencia y se estrellaron contra él.

 

Desde su perspectiva, se dio cuenta de que la falta de energía no era solamente la ausencia de luz en las casas, sino que afectaba aspectos tan sencillos como tener alimentos siempre frescos en una nevera, dialogar en familia en las noches, ver televisión en un hogar, los costos y la contaminación de las plantas diésel e incluso los peligros de tener velas encendidas en ranchos de madera.

 

Por ello, desde hace más seis años se internó en las selvas del Pacífico para trabajar en la adecuación de una turbina tipo Garman —en honor a su inventor Peter Garman en la década de los ochenta—, la cual permitirá aprovechar las corrientes de los caudalosos ríos del Chocó y generar energía limpia en las zonas planas del país.

 

“Es algo sencillo e intenta aprovechar la disposición de aguas que nacen en las cordilleras hasta las llanuras. Es un rotor tripala, similar a un ventilador, que se sumerge en las aguas de un río. Sus aspas empiezan a moverse por la fuerza de las aguas e impactan un generador eléctrico o una motobomba para un cultivo. Siempre que el agua corra se moverá el rotor y esa energía mecánica se convierte en energía eléctrica”, explicó Borbón.

 

Unas baterías reservan la energía producida en el día y por la noche entran en funcionamiento para los hogares. La máquina produce alrededor de seis kilovatios hora/día de energía, eso significa que en un mes se generan 180 kilovatios de electricidad. En una ciudad, una vivienda de estrato tres con una familia de cuatro personas, puede consumir entre 60 y 70 kilovatios/mes. Pero en el Chocó las necesidades de energía son diferentes a las de Bogotá y la gente pide lo básico: iluminación en sus casas.

 

El ingeniero aclara que la aplicación aún no se produce en serie ni comercialmente y todavía está en período de prueba en el río Muguindó, uno de los afluentes del Atrato. Sin embargo, esta innovación tecnológica ya brinda energía básica durante tres horas diarias a una comunidad de 22 familias en Calahorra, corregimiento a unos 30 kilómetros en lancha desde Quibdó, y la idea es aplicarlo en otras partes del país.

 

Con 33 años, este ingeniero llanero fue reconocido por Technology Review, la revista oficial del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), como uno de los diez jóvenes menores de 35 años más innovadores de Colombia, por lo cual le entregaron un premio que puso a disposición de seguir trabajando en el proyecto.

 

Esperan llevarlas el próximo año a otros dos corregimientos para experimentar el funcionamiento de la máquina en otros sitios, donde es imposible hacer interconexión eléctrica. Borbón dice que han recibido solicitudes del Vaupés para llevar la turbina y ponerla a funcionar allí.

 

“Esta máquina puede ser complemento de otras tecnologías, como los paneles solares, de tal forma que se beneficie a las comunidades, empoderarlas, que se queden en sus territorios y que no se desplacen a las ciudades”, puntualizó Borbón, quien agrega que este tipo de sistemas ayuda a las personas a gestionar su banco de energía, ahorrarla, hacer buen uso de ella y no desperdiciarla, como se hace en las grandes ciudades.

 

 

Fuente: El Espectador

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