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Jardines japoneses, una sutil concepción de la naturaleza
15 marzo, 2014

 

JARDINES_JAPONESES

Los jardines japoneses resultan una alternativa para los espacios aledaños a las casas que forman parte de urbanizaciones en los alrededores de las ciudades. Pero no son solo un capricho ornamental. Un jardín japonés es una forma de concebir el paisaje para la contemplación y la meditación.

El experto en paisajismo, Enrique Acevedo Nancollas, lleva más de diez años dedicado a los jardines japoneses, cuya instalación ofrece a través de su página web jardinesjaponeses.com.  Acevedo habló con EFEverde para explicar el origen y fundamentos de estos sutiles paisajes minimalistas.

Los jardines japoneses tienen su origen en un país pequeño y con una superficie formada en su 70 % por montañas, lo cual ha obligado a sus habitantes a tener que conformarse con zonas ajardinadas limitadas. Solo los antiguos emperadores, monjes o parques públicos se han permitido poder disfrutar de amplias superficies verdes

Como explicó Acevedo, en ese país “a nivel doméstico es muy raro ver un jardín japonés de una superficie mayor a los 200 o 300 metros cuadrados”.

En la empresa que dirige Acevedo Nancollas en España, “el promedio de las dimensiones de estos jardines oscila entre los 10 y 150 metros cuadrados. Aunque hemos realizado alguno de menor tamaño aún. El más pequeño ha sido de unos escasos 2 metros cuadrados”.

Estos espacios no tienen ninguna exigencia particular, y solo con estas técnicas se pueden desarrollar jardines hermosos en cualquier lugar, aseguró Acevedo, quien con su equipo ha instalado “desde un jardín de arena o ‘karesansui’ sobre una mesa de un directorio para una empresa madrileña, o un jardín japonés, que incluso llevaba una vasija de agua, y un jardín de arena rastrillada, bajo una escalera de un negocio de ropa”.

UNA TRADICIÓN DE 3 MIL AÑOS

Los jardines japoneses tienen una tradición de 3 mil años, a través de los cuales han ido surgiendo distintos estilos, cada uno de ellos con sus propios elementos, básicamente arena, rocas, agua, plantas naturales y ornamentos como las linternas japonesas, los ‘tsukubai’ o vasijas de agua y vallas de madera y bambú, por mencionar algunos, para su construcción.

Los elementos son distribuidos estratégicamente en el espacio y bajo el control de algunas normas. Desde la roca más grande hasta el musgo más pequeño tienen su por qué y la razón de su distribución en su desarrollo.

Son varios los estilos de jardines japoneses, pero los más populares son: el ‘Karesansui’, cuya traducción indica “jardín seco o sin agua”, conocidos como jardines de arena o Zen, concebidos especialmente para la contemplación y la meditación. Están compuestos principalmente de arena, piedra, grava y madera, y presentan dos ventajas frente a los jardines clásicos, que son más baratos de construir y muy fáciles de mantener.

Si no se tiene suficiente espacio en el exterior se puede construir un jardín Zen en el interior de un recipiente grande frente a la casa, a modo de entrada a la puerta principal.

En los jardines Zen, la arena representa la calma y la tranquilidad, por lo que este elemento debe estar correctamente distribuido por todo el área; las piedras y grava representan las experiencias y obstáculos de la vida, y se pueden implementar en diferentes tamaños, colores y texturas.

El Chaniwa o “jardín del Té”, que en su constitución se incorpora un “Roji” o camino que nos conduce a la casa de Té, destinada a realizar la ceremonia de esa infusión tan venerada en Oriente. El “Tsuboniwa” o “jardín de los aposentos”, que incitan a ser observados desde un lugar, es probablemente uno de los más populares, ya que es el que se suele integrar con las viviendas actuales. “Por último están los ‘jardines japoneses modernos’, cuya constitución es minimalista, y en ellos se integran rocas más estilizadas, aceros y elementos más actuales”, observó Acevedo.

La característica de los jardines japoneses es que en éstos la casa queda integrada en el jardín, al contrario que en los jardines occidentales donde el jardín se construye fuera de la vivienda. Una de las propiedades que determinan este concepto es que las puertas de las casas bajas japonesas, llamadas ‘shoji’, son corredizas con el fin de crear un ambiente único y una relación íntima entre los japoneses y sus jardines.

Para Acevedo, “lamentablemente nuestros arquitectos construyen la vivienda y después, en el mejor de los casos, llaman a un paisajista para que diseñe el jardín. Sería mucho más fácil integrar un jardín en la vivienda si desde el comienzo de su proyecto se tuvieran en cuenta estos parámetros, en donde tanto arquitectos como paisajistas trabajaran en equipo”.

JARDINES JAPONESES, MÁS CERCA DE LA NATURALEZA

Los japoneses tienen en cuenta el paisaje y naturaleza que circunda su casa, de tal manera que un bosque lejano, una montaña o tan solo alguna vista natural hermosa, forme parte del jardín, “haciéndola descender en planos, cual se tratara de las distintas alturas de un teatro con su puesta en escena hasta llegar al actor. Como vemos, la integración humana dentro de este tipo de jardines es muy estrecha con la naturaleza”, analizó Acevedo.

Además, la instalación de uno de estos jardines, al contrario de lo que se piensa no resulta caro, como explicó Acevedo: “La inversión es un poco más elevada que un jardín normal, pero no porque sean más caros, sino porque integran muchos más elementos. Pero su mantenimiento es más simple y requiere unos costes ínfimos”.

Aun así, la gran diferencia que existe entre lo que podríamos considerar un jardín occidental de uno japonés es que una vez realizada la inversión, “no solo se valorizara considerablemente nuestra propiedad, sino que además, por su misma constitución, no nos veremos obligados a rehacerlo cada cierto periodo de tiempo, porque éstos son para toda la vida”, subrayó Arévalo.

En la actualidad y hasta el próximo día 20 de Abril, se muestra en la Nave 16 de Matadero de Madrid, la exposición “Un jardín japonés: Topografías del vacío”, donde la artista Esther Pizarro ha recreado este arte milenario en una original composición.

Para Pizarro: “En el jardín japonés se produce una miniaturización del Cosmos, como consecuencia hay una ausencia de escala; existe un principio de enmarcación o encerramiento de la mirada (sakkei): el trazado del jardín se rige por una composición pictórica, donde el vacío o la nada, representa un papel fundamental; posee un carácter asimétrico; genera una integración visual y espacial entre la arquitectura y el paisaje y, por último, el jardín japonés captura el paso del tiempo a partir de continuos cambios visuales”. Una explícita y hermosa forma de concretar la esencia del jardín japonés.

Fuente: Agencia EFE

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