Las cifras a veces no sólo cantan, también espantan, como ocurre en este caso. La cosa es simple: Somos muchos, demasiados seres humanos sobre la faz de la Tierra. No son sólo palabras: los números son los que son y meten miedo cada vez que se actualizan las cifras, por no hablar de las previsiones. Según un reciente informe de la ONU, la población mundial crece casi exponencialmente, con un aumento de los 5.700 millones en el año 1994 a 7.200 millones a principios de 2014.
Si el simple conteo de las personas que vamos poblando el planeta hace estremecer es por lo que ello supone en demanda de recursos. De unos recursos que, lógicamente, no consiguen abastecer la creciente demanda. Un problema que se sufrirá de forma desigual, pues en las próximas décadas aumentará considerablemente la población de África.
Tanto es así que, para el año 2050, la tasa de crecimiento de la población del continente negro sextuplicará la tasa de crecimiento de población en América Latina y el Caribe y, por ejemplo, también será más de 15 veces mayor que la tasa en Asia. Por contra, en decenas de países la población disminuirá desde este año al 2050, sobre todo en Alemania, China, Polonia, Rusia, Rumanía, Serbia, Tailandia, Ucrania y Japón.
Esta situación se suma a las previsiones de escasez de agua de la ONU como sinónimo de una crisis alimentaria mundial dentro de sólo cinco años, así como a los pronósticos de eventos extremos a consecuencia del cambio climático. El resultado será un aumento de catástrofes ambientales (sequías, lluvias torrenciales, etc.) y, por lo tanto, malas cosechas, la subida de los precios de los alimentos básicos, la inestabilidad política, grandes migraciones, hambrunas, conflictos y un largo etcétera de problemas de difícil, cuando no imposible solución.
Fuente: www.ecologiaverde.com