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Los exploradores regresarán a la Orinoquia
15 mayo, 2014

 

orinoquia

 

Para el científico Julio Carrizosa, de las muchas cosas que se perdieron por la guerra en Colombia hay una especialmente dolorosa: el conflicto les arrebató a los colombianos la posibilidad de maravillarse con su magnífica biodiversidad. Con tanto asesinato y desplazamiento, con tanto miedo a caminar de un lado a otro, con la necesidad de sobrevivir, la sociedad colombiana —dice Carrizosa— fue desactivando su capacidad de sorprenderse.

 

“Hubo un momento en que la vida se redujo a la violencia. Todas las demás cosas desaparecieron. No había tiempo para pensar en qué era vivir en un lugar megadiverso. Negamos ésta y muchas otras realidades” concluye en su libro Colombia compleja.

 

Muchos científicos se vieron obligados a investigar desde sus laboratorios, pues a la selva se entraba, pero no se sabía si se salía. Territorios como Guainía o Vichada casi desaparecieron del imaginario colectivo, Inírida o Puerto Carreño no eran mencionados en la radio, como tampoco en los artículos académicos ni en la televisión.

 

Ahora que se viven tiempos más tranquilos un grupo de expedicionarios ha viajado a Puerto Carreño para anunciar una “recolonización científica” del Vichada. Partiendo de una propuesta sin precedentes, el Instituto Alexander von Humboldt, la Gobernación departamental, Corpoorinoquia, Parques Nacionales y las organizaciones ambientales Palmarito, Omacha, Orinoquia y WWF firmaron una alianza para crear el laboratorio de estudios de biodiversidad más importante de Colombia, enfocado en la exploración científica y la protección del río Bita.

 

El Bita es un monstruo caudaloso de 450 kilómetros de longitud, que no nace en una montaña, como la mayoría de los ríos del país, sino que brota de la altillanura, en el municipio vichadense de la Primavera, a la altura de Caño Negro y Punta Lajas. Hasta su desembocadura, esta línea de agua está rodeada de ecosistemas vírgenes en los que habitan jaguares, guacamayas, decenas de especies de peces ornamentales, perros de agua, manglares, venados, tortugas, reptiles y toninas (delfines rosados), sólo por nombrar algo de la verdadera riqueza natural que esa selva arropa.

Desde arriba parece una serpiente traslúcida adornada con miles de hectáreas de lagunas, verdosos morichales, bosques de galería y sabanas inundables que evidentemente aún no han sufrido graves alteraciones ligadas a los humanos. A pesar de su cercanía con Puerto Carreño, en esta tierra vive tan poca gente que la cuenca del Bita se mantiene sana.

 

Vichada es el segundo departamento más grande del país, pero también el segundo más deshabitado. Aunque su población (distribuida en cuatro municipios gigantes) no supera los 70.000 habitantes, su territorio es tan grande como multiplicar por cuatro el área que ocupa Cundinamarca, departamento en el que viven 9’550.000 personas.

Hay una fuerte expectativa, incluso temor, por lo que pueda ocurrirle a esta zona del país con la expansión agrícola que se avecina sobre toda la Orinoquia, ligada al desarrollo agroindustrial y minero energético río arriba que el Gobierno y los empresarios han proyectado durante la última década.

 

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Fuente: El Espectador

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