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Los primeros secretos de un cometa
26 enero, 2015

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Incluso, si un astronauta tuviese la osadía de lanzarse desde una nave hacia uno de esos cuerpos espaciales, tendría muchas probabilidades de sobrevivir. La escasa gravedad permitiría hacer estas y muchas más piruetas.

 

Desde que la Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó en marzo de 2004 a Rosetta, la primera nave que llegaría a un cometa, esperaba poder recopilar algunos datos que les dieran pistas sobre el origen del universo. Esos pedazos de hielo y polvo interestelar nacieron hace 4.700 millones de años, cuando no había Tierra ni Júpiter ni nada.

 

Hoy, la ESA tiene algunos indicios que muestran cómo está formado un cometa. Todos, incluido el de la gravedad, los ha ido recopilando desde que el módulo Philae, que se desprendió de Rosetta el 12 de noviembre de 2014, pisó el suelo del 67P Churiumov-Guerasimenko. Esos hallazgos fueron dados a conocer esta semana en una serie de artículos en la revista Science.

 

Los cientos de datos y las más de 15.000 imágenes que ha capturado Philae les han permitido a los científicos saber que el 67P, por ejemplo, tiene unos cuatro kilómetros de diámetro (algo así como unas 21 torres Colpatria puestas una tras otra) y pesa unos 10.000 millones de toneladas. Pese a eso, podría flotar fácilmente en cualquiera de nuestros océanos. Su densidad es más baja que la de un corcho o cualquier trozo de madera y es tan poroso que se parece a una piedra pómez. La mayor parte de su interior (el 80%), de hecho, está vacío.

 

El cometa, que está a más de 500 millones de kilómetros de la Tierra y vuela a 55.000 kilómetros por hora, tiene también unas particularidades que lo asemejan a algunos de nuestros desiertos. Su superficie está compuesta por extensiones inmensas de polvo con dunas, cráteres y una geografía tan abrupta como los volcanes chilenos.

 

Pero todos esos hallazgos son apenas algunas pistas de todo lo que hace falta averiguar. Las verdaderas sorpresas vendrán en caso de que la sonda logre recargar sus baterías y despertar a mediados de mayo, antes de que el cometa se desintegre por su cercanía con el sol.

 

 

Fuente: El Espectador

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