Transcurrido medio siglo después de la colocación del Sputnik I, Colombia aún carece de investigación e industria astronáutica, en los términos en que se entiende actualmente.
Con esta sentencia, Gregorio Portilla, director de Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional, resume su preocupación acerca de la negativa del Gobierno colombiano de adquirir un satélite propio para el país.
“El atraso tecnológico de Colombia en el ámbito aeroespacial aletarga diversos procesos de desarrollo estratégico, asociados al aprovechamiento del entorno espacial”, explica el profesor Portilla.
Al mismo tiempo comenta que lo que se buscaba con la adquisición de este satélite no era solo comprarlo, además que se explorara la transferencia de tecnología y de conocimiento, fundamental para un país que no ha entrado a la edad del espacio.
Recuerda que en noviembre del año pasado se creó el Programa Presidencial de Asuntos Espaciales, proyectado para manejar la adquisición del satélite, pero que trabajó completamente ajeno a la Comisión Colombiana del Espacio (CCE), que venía ocupándose en el mismo tema. Los encargados del Programa Presidencial nunca le preguntaron al CCE sobre los avances y la información que se tenía de los diferentes satélites que se le habían ofrecido al país”, según el profesor Portilla.
El 2 de septiembre de este año salieron unos decretos especiales, que acabaron con el Programa Presidencial de Asuntos Espaciales, es decir, que esta agencia solo duró 10 meses, y se creó la Dirección sobre Asuntos Especiales.
“Así, la Secretaría Técnica de la CCE, que estuvo en la Fuerza Aérea y en el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, pasó a ocupar la Dirección de Asuntos Especiales que, no solo se va a dedicar a eso, sino también a proyectos tan diferentes como la Comisión del Océano y del proyecto urbanístico Virgilio Barco”, señala Portilla.
Además, agrega que el pasado lunes el Vicepresidente de la República anunció que el satélite de comunicaciones no se va a comprar, argumentando razones económicas, puesto que resulta más barato comprar las imágenes de satélite (cerca de mil dólares cada fotografía).
De igual manera, explicó que no hay un ente central que coordine eso, entonces se ha descubierto que una misma fotografía la compran distintas agencias del Gobierno. “Nadie lo centraliza, porque el Estado ha sido incapaz de crear una especie de Agencia Espacial Colombiana”, afirma el científico.
Al hacer un balance de cómo se encuentra la situación en otros países de América Latina, recuerda que “Brasil lleva años luz, lo mismo que Argentina. Chile tiene satélite de observación terrestre; Perú, debido a los problemas fronterizos, va a comprar satélite. Bolivia colocó un satélite de comunicaciones en diciembre de 2013 y Venezuela tiene uno de comunicaciones y otro de observación”.
Las aplicaciones civiles de un satélite son diversas. Entre ellas, la prospección de terreno, búsqueda de recursos naturales, evaluación de desastres naturales, seguimiento de incendios y monitoreo de agricultura.
Otro uso del satélite se relaciona con temas de seguridad. “Si tuviéramos nuestro propio satélite podríamos observar todo lo que ocurre en el planeta con una buena resolución. Por ejemplo, percibir si existe movimiento de tropas en la frontera con Venezuela o qué tipo de movimientos se presentan en Nicaragua, que a propósito va a comprar un satélite de comunicaciones dentro de dos años”, enfatizó Portilla.
Todo esto demuestra que las naciones del entorno local están haciendo fuertes inversiones en cuestiones del espacio y Colombia, mientras tanto, está cruzada de brazos.
“Uno tiene el interés, por parte de varias agencias de Estado, de que esto salga adelante, pero quienes toman las decisiones políticas no lo hacen de manera que se refleje algún avance”, concluyo el director del observatorio del U.N.
Fuente: Agencia de noticias
